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Cuando finalice la operación regreso el 31 de agosto en las carreteras españolas habrán perdido la vida más de 200 personas, una cifra superior al pasado año y muy probablemente supere los datos prepandemia de 2019 cuando fallecieron 215 personas. En concreto, y sin que haya terminado el mes de agosto, la escalofriante cifra es de 206. Para poner fin a esta sangría la DGT sigue apostando por la instalación de radares fijos (casi 800), esos utensilios que trabajan a destajo 24 horas al día, 365 días al año y que le garantizan que cada a final de año sus arcas sigan creciendo, más de 444 millones de euros el año pasado superando las cifras de la prepandemia.
Mientras tanto, como AEGC no se cansa de denunciar, la DGT y la DGGC están dejando a la Agrupación de Tráfico en mínimos. Olvidando que un radar fijo sólo sirve para controlar la velocidad en tramos concretos y conocidos y que por su puesto ante un accidente no podrá acudir en auxilio de los conductores, labor que ejercen los miembros de la Agrupación de manera encomiable. Pero claro, vistos los datos que nos ha aportado recientemente la AEA, más de 444 millones de euros de “beneficios” en 2021, está claro que son una buena justificación para la DGT para no apostar por los agentes y, en cambio, si hacerlo por sus máquinas recaudatorias que año tras año baten récord de recaudación, el mismo Director General de la DGC está convencido que un radar multa más que 8 guardias civiles.
Mas de 444 millones de euros de beneficios que no se invierten en mejorar el parque automovilístico de la Agrupación, en incentivar a los miembros de ella, haciéndola de nuevo atractiva para los guardias civiles. Una desidia hacía esta especialidad en la que también pone su granito de arena la propia DGGC reteniendo la subida de la productividad O3 que está aprobada pero ningún agente ve en su cuenta corriente. Todo esto ha llevado, como AEGC viene denunciando, que solo en los últimos años la Agrupación haya perdido a un porcentaje importante de su plantilla. Ahora con más vehículos no llegamos a los 9.000, mientras que antes éramos casi 10.000, con el agravante de que con las actuales necesidades serían necesarios como mínimo 11.000 agentes. Y en esta reducción de efectivos no sólo tiene que ver la falta de personal en la Guardia Civil, influye más, a nuestro juicio, la pérdida de atractivo de esta especialidad, donde antes muchos guardias quedaban fuera porque la demanda era muy alta.
En la carretera los accidentes tienen mucho que ver con el exceso de velocidad, pero a esta hay que añadir el consumo de alcohol y el consumo de drogas que está sufriendo un incremento importante que no podemos cuantificar porque, como AEGC denunció al principio de verano no hay pruebas de drogas y solo se pueden realizar en situaciones especiales. Pero también se registran fallecidos por no usar el cinturón de seguridad, por no respetar la señalización, etc, situaciones que los radares no pueden detectar pero si los miembros de la Agrupación de Tráfico. Para luchar contra estas situaciones está esta especialidad de la Guardia Civil, porque los agentes que patrullan nuestras carreteras hacen algo más que poner un radar en un punto concreto, que con las nuevas tecnologías los conductores conocen en cuestión de minutos. Los miembros de la Agrupación salvan vidas porque también llevan a cabo una función preventiva y una labor pedagógica con los conductores que cada día paran en las carreteras en los controles.
Estas son razones suficientes para que la DGT vuelva a apostar por la Agrupación de Tráfico como AEGC viene exigiendo. Financiación no le falta gracias a sus máquinas recaudadoras.
